Como decía en
el anterior post, voy a proceder a describir el proceso para envejecer papel de
una forma muy sencilla, usando únicamente materiales que podemos tener a mano
en casa. Esta entrada, siguiendo los pasos indicados, está planteada para que
sirva de guía, no sólo para que se pueda hacer esta actividad en casa, si no,
también, para realizar un pequeño taller en clase, en el que nuestros alumnos
aprendan a envejecer papel.
Los
materiales serían los siguientes:
- Un folio o trozo de papel en el que tengamos el texto escrito. Os recuerdo la importancia de dejar amplios márgenes a cada lado, porque luego tendremos que recortar todos los lados con los dedos, dejando un margen aceptable. Es importante que no imprimáis la hoja en una impresora de inyección de tinta, ya que esta se disolvería y perdería legibilidad. Si no tenéis una impresora láser a mano, podéis encargar una fotocopia de la hoja en cuestión. Otra alternativa, sería escribir el texto con bolígrafo o rotulador permanente, pero os recomiendo usar el ordenador, por la posibilidad de contar con una gran variedad de tipos de letra, que os resultaría muy difícil de reproducir a mano.
- Una bandeja en la que coja el papel. Trabajando sobre ella, evitaremos manchar la encimera o mesa en la que realicemos la actividad. En su defecto, podríamos usar papel absorbente, periódicos, papeles o cartones que tengamos para reciclar.
- Dos tazas o vasos, en los que haremos las dos mezclas o disoluciones que vamos a necesitar.
- Una cucharita de postre.
- Un poco de café soluble. Yo lo he hecho con café descafeinado, pero si no os gusta el lógico olor a café, con el que quedará impregnado el papel, o no lo tenéis a mano, podéis usar achicoria, cacao, u otro producto similar que se disuelva fácilmente en agua. Eso sí, probablemente, en caso de usar otros productos, los tonos marrones que consigamos serán diferentes, aunque no necesariamente tiene porqué quedar peor que con el café. Podéis experimentar libremente y comentarme los resultados, para que completemos la información en este artículo.
- Un par de trozos de algodón, para impregnarlos con las dos mezclas y extenderlas sobre el papel con los dedos.
- Un secador de pelo.
Pasos
a seguir:
- En primer
lugar, vamos a preparar las dos mezclas en las tazas o vasos. El café va a
actuar como pigmento, y necesitamos una mezcla mucho más disuelta que la otra,
para obtener dos tonos diferentes de marrón amarillento. Además, con cada una
de ellas, luego podremos obtener más tonos, según la insistencia con la que
apliquemos la imprimación.
Cantidades recomendadas para las mezclas:
- Mezcla ligera: una cucharadita de café en una cantidad pequeña de agua, como del grosor de un dedo de altura.
- Mezcla espesa: una cucharadita de café con muy poca agua. La justa para que este se disuelva. A mí me bastó con unas tres cucharaditas pequeñas de agua. - A
continuación, ponemos el folio o trozo de papel con el texto en la bandeja y,
tras cortar dos pequeños trozos de algodón, cogemos uno de ellos para la
primera imprimación.
Impregnamos, entonces, dicho algodón en la disolución ligera y empezamos a restregarlo sobre la hoja, en movimientos longitudinales, tal y como se puede ver en las imágenes, asegurándonos de cubrir todo el texto con amplios márgenes a cada lado. Como supongo que sabréis, si queréis ver las imágenes en mayor tamaño, no tenéis más que pulsar sobre ellas. - Después,
antes de dar una segunda capa, es mejor secarlo y la forma más rápida es
utilizar un secador de pelo. A mí me ha resultado muy cómodo apoyarlo
verticalmente sobre el frigorífico (como está mojado, se pega muy fácilmente),
pero también lo podemos apoyar sobre el cristal de una ventana. En ambos casos,
los restos que queden se limpian muy bien con un trapo humedecido en agua.
- De nuevo,
vamos a apoyar el papel en la bandeja, y vamos a aplicar otra capa con la misma
disolución ligera, que hemos usado anteriormente, utilizando también el mismo
algodón.
En este caso, vamos a restregar el algodón por todo el papel, bien empapado en la mezcla, de forma más aleatoria y buscando un efecto realista. Estamos, en verdad, pintando y usando la técnica del estarcido (apoyar el algodón imprimado en distintas partes del papel) y luego difuminando ligeramente las manchas para conseguir un mejor efecto. - Nada más terminar esta segunda imprimación y con el papel bien empapado, procederemos a cortar los márgenes con los dedos, muy despacio, en línea recta, pero de forma irregular. Podéis verlo bien en la secuencia de imágenes. Esta puede ser la parte más complicada para los niños; vale, también para nosotros :-) pero si el papel está bien mojado y lo hacemos despacio, el resultado suele ser muy bueno.
- Cuando
hayamos terminado de recortar, vamos a coger otro algodón y lo impregnaremos en
la otra mezcla, más espesa y de color más oscuro, para aplicarla sobre los
bordes. En algunos de los tutoriales que me sirvieron de referencia, quemaban
los bordes, pero, además de ser más peligroso y difícil (nos podemos cargar
todo el trabajo hecho hasta ahora), no queda mejor que con este método, más
artístico y de un gran realismo.
Con esta disolución, tal y como podéis ver en las imágenes, además de impregnar bien los bordes del papel roto (difuminando siempre un poco para suavizar la unión entre tonos) es recomendable impregnar también en zonas sueltas del papel, de forma aleatoria (de nuevo difuminándolas), para conseguir ese realismo final que estamos buscando. - Una vez acabada esta fase, le damos la vuelta al papel, para aplicar, al menos, una mano por la parte de atrás, usando la disolución más ligera. Podríamos buscar más realismo, aplicando incluso más manos y usando también la otra mezcla, como hemos hecho por la otra cara, pero no merece la pena porque esta apenas se ve. Esta imprimación posterior, es simplemente para que no se vea en ningún momento el blanco puro del papel, aunque lo tengamos enrollado.
- Cuando hayamos terminado de realizar esta imprimación posterior, y con el papel mojado, vamos a arrugarlo suavemente en nuestras manos, como podéis ver en las imágenes. No tenemos que apretar demasiado; además de que no es necesario, podríamos dañar el papel al estar mojado.
- Ya estamos terminando. Ahora, repetimos el proceso de secado con el secador, tal y como hemos visto en el paso 3.
- A continuación, procedemos a enrollar ligeramente y hacia adentro los lados verticales del papel, tal y como podéis ver en las imágenes. ¡Y ya está!
- Para terminar,
aquí podéis ver el resultado final. El realismo conseguido lo podéis comprobar
vosotros mismos :-)
Es
evidente, que resultados similares se podrían conseguir con otros
procedimientos, pero este, además de ser muy fácil es tremendamente rápido.
Aunque con los niños, trabajando despacio, nos puede dar para una sesión
completa, yo no he tardado más de diez minutos en hacer todo el proceso, claro
está, con la inestimable colaboración de mi fotógrafa de cámara (nunca mejor dicho
:-) ¡Gracias, Mariví! :-)
Un
cordial saludo y espero que os sea de utilidad.
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