Recientemente ha concluido otro curso especialmente intenso para mí,
no sólo porque ha sido el primero en el que he trabajado como maestro, sino
porque iba a ser, como así ha sido, el curso en el que completara mis estudios
en la Escuela Oficial de Idiomas de Villaverde; mi Escuela.

Mi reencuentro con la Escuela como estudiante de inglés
Fue en el curso 2009-2010, coincidiendo con el comienzo de
mi segundo curso de Magisterio, cuando me decidí y pude matricularme por fin en
2º de “That’s English”. De esta forma, tras completar los cuatro años de este
método de manera continuada, elegí realizar los dos últimos cursos, de nivel
avanzado, en esta Mi Escuela, como no podía ser menos y ya de forma presencial.
Así, hasta que, ¡cómo no! (había de ser en una fecha importante para mí), el pasado
25 de Junio de este 2014 salieron publicadas las notas que nos confirmaban, a mí y a muchos otros compañeros, que habíamos aprobado nuestro último curso, al menos en mi caso, como un hermoso broche final a una igualmente
maravillosa etapa y experiencia de vida. Ese mismo día que, por cierto, era el
día de mi pentagésimo primer cumpleaños, supe que mi hija había superado felizmente las pruebas
para estudiar Canto en su Conservatorio y, también esa tarde, la vi participar
como pianista en los Teatros del Canal, en la estupenda 3º edición de “Caleidoscopio”…
Sí, ya sé, esa misma noche también
cantaron los Rolling Stones en el Bernabeu, pero eso es otra historia y,
además, yo soy de los Beatles :-)
Mi otra importante vinculación con la Escuela

Unos profesores excelentes
Especialmente mis dos últimos cursos en la Escuela de
Idiomas de Villaverde, mis compañeros y yo hemos tenido la gran suerte de tener a Eva Monteagudo como profesora, a la que siempre le tendremos que agradecer su
labor. Me consta que en eso coincidimos Todos. Ni siquiera en privado, en esos
momentos en que en otras situaciones suele haber siempre algún alumno discordante,
que critica de alguna manera a su profesor, he podido oír jamás algo negativo
sobre ella, sino todo lo contrario. Cuando el curso pasado, basándome en el que
probablemente es mi mejor y más popular artículo, elegí como tema para mi
presentación oral, “Las cualidades para ser un buen maestro”, expliqué que la
mayor parte de dichas cualidades podían ser también atribuibles a cualquier
docente en general y que, aunque era difícil poseer todas de entrada, esas
deberían ser el referente que cualquier maestro o profesor tendría que tener
como meta. Ahora, si alguno de mis compañeros me preguntara cuáles son esas
cualidades, lo tendría muchísimo más fácil: simplemente, le tendría que decir
que no tiene más que pensar en las cualidades docentes que Eva ha demostrado
cada día con nosotros, con su alegría y con el entusiasmo con el que nos ha
preparado y ha sabido siempre motivarnos…
Igualmente quiero mencionar y agradecer a Javier Rodrigo su buen
trabajo como docente. Fue mi profesor en
4º de “That’s English” y, a pesar de mi memoria de plancton, que no de pez, que
me impide recordar muchos detalles al cabo de un tiempo, sí que recuerdo que
hizo igualmente un excelente trabajo, no sólo preparándonos de forma muy eficaz
para pasar las Pruebas de Certificación, sino colaborando también a motivarnos
día a día en el estudio y el disfrute de la lengua inglesa. Y lamento, por
último, no acordarme del nombre de mi profesora de 3º, también excelente,
aunque sí que recuerdo su método de trabajo, comenzando cada clase animándonos
a comentar las noticias más recientes, soltándonos la lengua y animándonos a
hablar y comunicar en inglés a la mínima oportunidad.
Unos compañeros inolvidables
En este caso, la emoción sincera me hace ser breve y, si no
menciono nombres, es porque tendría que mencionar a casi todos, al menos a mis
compañeros de los últimos tres cursos… y no exagero. El tipo de alumnado de la
Escuela, gracias a la enorme diversidad de nuestras profesiones y estudios, sin
duda se presta a ello. Todos o casi todos adultos y jóvenes a un tiempo (unos más que otros, en ambos casos :-) cada uno con su vida y sus problemas cotidianos, compartiendo actividades
y pequeños encuentros y conversaciones en clase un par de veces por semana, con
cortas pero ricas e intensas charlas en los descansos y antes y después de las
clases, prolongadas en muchas ocasiones en el camino de vuelta a casa. Compartir
estos momentos con unos compañeros como ellos, en una etapa de mi vida tan
difícil como motivadora, para mí ha sido algo simplemente entrañable y
maravilloso…
Un mural de todos

Y este será el tema de mi próximo artículo, a modo de
continuación y epílogo de este pequeño homenaje, en el que presentaré con
detalle la fundamentación del proyecto, desde el proceso de diseño hasta una
breve secuencia fotográfica de su evolución y desarrollo.