Sobre este tema, habría mucho que contar, pues se ha escrito largo y tendido al respecto y con bastante disparidad de opiniones. A mi modo de ver y por mi experiencia personal, como padre y maestro, ni es una "aberración" que tengamos que rechazar casi como si fuera la peste, como defienden algunos "educadores", ni tiene que ser un comodín para que los niños "nos dejen tranquilos", como curiosamente nunca defienden en público los que han convertido esto último en una norma. No sé cuál de estos dos extremos me produce más rechazo. Apostaría por un empate...
Es muy fácil criticar algo cómo la televisión, limitándonos sólo a mencionar las influencias negativas o riesgos que, el hecho de ver demasiada tele o de hacerlo de manera incontrolada, tiene o puede llegar a tener para los niños: ser fácilmente manipulables, realizar menos ejercicio físico, tendencia a la obesidad, transformarse en niños pasivos, fracaso en los estudios, rechazo y abandono del hábito de la lectura, obtener referentes no adecuados para su edad... de esto no cabe ninguna duda. Pero ante todos estos inconvenientes, no se trata de decidir entre el blanco o el negro; "como es malo malísimo ver mucha televisión, mejor que no vean nada". Creo firmemente que ésta no tiene porqué ser la solución, y se me ocurren algunas sugerencias al respecto:
- Por supuesto, como padres, hay que establecer unos límites de tiempo frente al televisor (diaria y semanalmente). En este sentido, es fundamental que "prediquemos con el ejemplo", que nos vean leer y hacer otras actividades enriquecedoras; que no vean en nosotros una dependencia que no queremos para ellos.
- Hay que seleccionar con cuidado los programas y series que resulten más apropiados para su nivel de desarrollo. Nos tocará negociar, pero sólo lo negociable, porque bajo ningún concepto deben ver cosas inapropiadas para ellos. Desde luego que puede haber un margen. Los padres conocen o deben conocer el nivel de desarrollo de sus hijos, y considero que las recomendaciones de edad de algunos programas no siempre han de tomarse como una "verdad absoluta", pues éstas pueden pecar por exceso o por defecto. La clave está en acompañarles cuando podamos, en compartir con ellos esos momentos y comprobar directamente si están viendo lo que deben y pueden entender.
- Si son los padres los que están viendo la televisión, cuando los niños están cerca o el contenido es inapropiado para ellos, tampoco tienen que dudar nunca a la hora de cambiar de canal o apagar la tele. Los niños son curiosos por naturaleza, y es bueno que lo sean. Es más, las puertas de la casa no son impenetrables para sus sentidos, van a oír sí o sí, y nada nos debe importar más que nuestros hijos.
Qué hacer en la Escuela
Los niños, en su proceso de socialización, en sus conversaciones diarias con sus compañeros de clase y amigos, hablan de sus series favoritas, de los personajes que más les gustan, y en ocasiones tienen que contar y resumir a otros algún capítulo que se hayan perdido. Disfrutan con ello y les ayuda a desarrollar sus capacidades de comprensión y comunicación, y nosotros, como maestros, podemos también aprovechar esto en la clase. Es una cuestión de sentido común...
Además de aconsejarles, a ellos y a sus padres, en la línea de las sugerencias planteadas en el punto anterior, su "experiencia televisiva" puede ser también una fuente interesante de recursos didácticos, tal y como ejemplifico en los dos siguientes puntos:
- Se puede, por ejemplo, debatir en clase sobre qué series o programas de televisión ven la mayoría, y tomarlos como punto de partida para múltiples actividades que resultarán así más motivadoras (por supuesto, siempre y cuando comprobemos que la serie o programa en cuestión sea realmente apropiado para su edad). El tema de un capítulo de su serie favorita, se puede aprovechar para plantear tanto ejercicios de redacción y comprensión, como problemas de matemáticas o actividades de plástica...
- Si una serie cuya lengua original es el inglés, les motiva especialmente, se puede hacer una cuidadosa selección de uno de sus capítulos, y visualizarlo en clase de Inglés, en versión original, con o sin subtítulos. En este sentido, sería muy interesante que dichos subtítulos estuvieran también en inglés.
Dicho esto, alguien se puede preguntar: ¿pero es que acaso no pueden vivir los niños sin televisión? Por supuesto que sí, pero quiero insistir en mi idea inicial de que la tele no tiene porqué ser negativa para ellos, si se utiliza adecuadamente. Como padres, tenemos la mayor responsabilidad sobre esto y debemos ser siempre un referente positivo para los niños y filtrar para ellos, y nosotros :-) toda la "basura" mediática o ideológica que puede emanar del susodicho aparato. Lo cómodo, para no hacer ese "esfuerzo" que nos "obligue" a pasar más tiempo con los niños, es prohibirla y eliminarla totalmente de nuestro hogar para sentirnos los más especiales del mundo mundial. Imaginaos, por ejemplo, que no les quisiéramos enseñar a manejar prudentemente el cuchillo en la mesa hasta que fueran adultos, por el mero hecho de que también se pueden llegar a usar como armas... ¿no sería ridículo?
Como maestros, podemos aconsejar a padres y alumnos sobre este tema, pero sobre todo, podemos insistirles en que optimicen el tiempo que pasan frente al televisor, sin que dejen por ello de disfrutar de su tiempo libre, obteniendo así una motivación extra por su parte, que siempre será bien recibida en el aula.
Curiosamente, algunas personas de mi generación o más jóvenes con las que he hablado sobre el tema, se muestran radicalmente en contra del televisor hasta el punto de rechazar tenerlo en casa, como si fuera algo demoníaco. Sin embargo, muchos de ellos hablan con cierta emoción, a veces orgullosamente disimulada, recordando los programas favoritos de su niñez: Los Chiripitifláuticos, la Casa del Reloj, La mansión de los Plaff, Los payasos de la tele, Barrio Sésamo, La Bola de Cristal o El Hombre y la Tierra... y los cientos y cientos de películas, dibujos animados y eventos deportivos que pudimos disfrutar, "únicamente" gracias a la tele, a lo largo de nuestras supuestamente "pobres" vidas, en una era sin internet, vídeojuegos o teléfonos móviles. ¿Qué podíamos haber hecho y disfrutado de otras cosas en su lugar? Obviamente, y de hecho también lo hicimos. La cuestión es que disfrutamos y aprendimos con la tele, compaginándola con hábitos tan enriquecedores como la lectura y los juegos en la calle; cosas que, seamos sinceros, no son especialmente habituales entre los niños de hoy... Seamos coherentes y honestos con nosotros mismos pero sobre todo con nuestros hijos.
Por supuesto, uno es muy libre de hacer lo que quiera y hay que respetar siempre su decisión de no tener tele en casa, pero que no por ello quieran hacer sentir "tontos" a los que la usan de forma apropiada. Y que nadie se atreva a decir que la televisión no puede llegar a ser una excelente, "barata" y eficaz herramienta educativa, si somos nosotros quienes controlamos el mando a distancia.
Un Saludo.
Como maestros, podemos aconsejar a padres y alumnos sobre este tema, pero sobre todo, podemos insistirles en que optimicen el tiempo que pasan frente al televisor, sin que dejen por ello de disfrutar de su tiempo libre, obteniendo así una motivación extra por su parte, que siempre será bien recibida en el aula.
Curiosamente, algunas personas de mi generación o más jóvenes con las que he hablado sobre el tema, se muestran radicalmente en contra del televisor hasta el punto de rechazar tenerlo en casa, como si fuera algo demoníaco. Sin embargo, muchos de ellos hablan con cierta emoción, a veces orgullosamente disimulada, recordando los programas favoritos de su niñez: Los Chiripitifláuticos, la Casa del Reloj, La mansión de los Plaff, Los payasos de la tele, Barrio Sésamo, La Bola de Cristal o El Hombre y la Tierra... y los cientos y cientos de películas, dibujos animados y eventos deportivos que pudimos disfrutar, "únicamente" gracias a la tele, a lo largo de nuestras supuestamente "pobres" vidas, en una era sin internet, vídeojuegos o teléfonos móviles. ¿Qué podíamos haber hecho y disfrutado de otras cosas en su lugar? Obviamente, y de hecho también lo hicimos. La cuestión es que disfrutamos y aprendimos con la tele, compaginándola con hábitos tan enriquecedores como la lectura y los juegos en la calle; cosas que, seamos sinceros, no son especialmente habituales entre los niños de hoy... Seamos coherentes y honestos con nosotros mismos pero sobre todo con nuestros hijos.
Por supuesto, uno es muy libre de hacer lo que quiera y hay que respetar siempre su decisión de no tener tele en casa, pero que no por ello quieran hacer sentir "tontos" a los que la usan de forma apropiada. Y que nadie se atreva a decir que la televisión no puede llegar a ser una excelente, "barata" y eficaz herramienta educativa, si somos nosotros quienes controlamos el mando a distancia.
Un Saludo.
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