Como dije anteriormente en otra entrada de este blog, los
niños pueden llegar a ser y son tremendamente creativos, “mientras les dejemos
serlo”… esto es, mientras les permitamos continuar siendo niños y mientras les dejemos
seguir siendo creativos. Pero poco a poco van creciendo y adquiriendo las
virtudes y defectos de los adultos: “¿cómo voy a pintar el cielo verde?”, “¿cómo va a estar mi goma de borrar llena de Willities juguetones?”, “¿cómo
voy a escribir un cuento de una serpiente futbolista? ¡si ya soy mayor!”… se harán
éstas y muchas preguntas similares antes de abordar cualquier tarea creativa, a
veces con miedo a no cumplir las expectativas que padres y maestros han puesto
en ellos.
Pero si hasta ahora hemos fomentado en ellos la creatividad,
y les hemos motivado para que lo sean siempre que puedan, no tenemos que
frenarles en el último ciclo de primaria, cuando, poco a poco, se van acercando
a una edad tan difícil y problemática para ellos como es la adolescencia. Es
precisamente la creatividad la mejor vía de escape posible a la rutina y el
mejor aliado que pueden tener para expresar sus sentimientos y crecer como
personas.
Si desde niños les hemos motivado en clase y en casa de forma
adecuada y hemos sabido valorar y hacerles sentir orgullosos de sus creaciones
e iniciativas, simplemente necesitarán un pequeño empujoncito de vez en cuando;
una muestra de confianza y apoyo para que sigan sorprendiéndonos con sus ideas. No
es una tarea fácil, hoy día, con tantas interferencias a su alrededor: móviles,
redes sociales, tabletas, iPods, iPads, Plays y todo tipo de artilugios y
juegos de ordenador, que si bien en muchos momentos pueden ser estupendas
herramientas educativas, su abuso y falta de control paterno les pueden sumir
en el más absoluto de los desastres, sin dejarles apenas tiempo para pensar y
razonar, en unas edades en las que son francamente vulnerables.
Retomando lo que ya comenté al hablar de la tormenta de
ideas, creo que sería interesante usar esta técnica a comienzo del primer
trimestre, para que entre todos propongan alguna iniciativa o proyecto a realizar a lo largo del curso, con la mínima intervención posible por parte de
padres y maestros. Una novela colectiva, un gran mural en las paredes del
colegio, un proyecto solidario, una obra de teatro o, por qué no, incluso un
musical…
Un ejemplo de ello, es precisamente lo que muestro en este
vídeo. No se trata de un proyecto de alumnos de Primaria, sino de 2º de ESO,
pero como todos sabemos, hasta hace pocos años, el equivalente a este curso era
el 8º de EGB, y son muchos los maestros habilitados que siguen dando clase en
ese nuevo ciclo. En esta ocasión, la idea no surgió de una tormenta de ideas,
sino de la iniciativa de una de las alumnas, Carmen Vicente Andrade,
que escribió el guión, compuso la letra y música de las canciones, grabó su
interpretación al piano, dirigió la obra y actuó en ella junto a sus
compañeros. Entre ellos supieron motivarse mutuamente y sacar adelante el
proyecto, en la mayor parte de los casos, sin tener apenas conocimientos musicales. Eso siempre fue lo
de menos. Obviamente, tuvieron que contar con la colaboración de la dirección y
la jefatura de estudios del instituto que, tras conocer el proyecto, les proporcionaron acceso al salón de actos
para los ensayos y la representación final. También les apoyó en todo momento
su tutora y profesora de música y, aunque la iniciativa partió de una alumna,
el mérito fue por igual de todos los compañeros que participaron en la misma,
venciendo sus temores a actuar en público y sintiéndose felices y orgullosos
tras haberlo hecho.
Se trata pues de una obra totalmente original, y aunque la calidad del vídeo no es muy buena, y en ocasiones cuesta oír bien las canciones, como maestro, considero que puede ser un buen ejemplo
para motivar a nuestros alumnos a desarrollar su creatividad y llevar adelante sus propios proyectos e ideas. El musical, titulado "Nos unió la guerra", apenas dura 26 minutos, y la lógica falta de
preparación y medios de los chicos, crea incluso situaciones divertidas…
Dedico esta entrada a Carmen Vicente Andrade… mi hija.
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