En primer lugar, es evidente que esta entrada está más
dirigida a los padres que a los maestros. No obstante, como veremos más
adelante, en determinados casos de nuevo puede ser muy positiva la colaboración entre unos y otros a la hora
de buscar las actividades más interesantes y enriquecedoras para los niños.
También, quiero hacer hincapié en que el presente artículo lo baso
fundamentalmente en mi propia experiencia como padre y en el famoso “sentido
común”, al que también se conoce como el menos común de los sentidos.
¿Son necesarias las actividades extra-escolares?
Por supuesto que sí. En el amplio sentido de la palabra, “es
necesario” que las actividades físicas y culturales no se limiten al ámbito de
la escuela; otra cosa es cómo los padres gestionen dichas actividades para sus
hijos. Sería incomprensible que al regresar los niños del colegio su actividad
se limitara, por ejemplo, a estar frente al televisor. Y peor incluso sería que
los padres pensaran que “eso” es necesariamente una actividad cultural. Personalmente, no tengo
nada contra la televisión; es más, reconozco su importante papel como
herramienta educativa, si se eligen los programas adecuados y no se abusa del tiempo
que estamos frente a ella… ni los niños, ni los adultos, porque, queramos o no,
siempre seremos su referente más inmediato, y no deberíamos nunca predicar una
cosa y hacer lo opuesto ante ellos. Lo mismo cabría decir del uso de las
famosas “maquinitas”, juegos de
ordenador o incluso internet, con lo que los niños ocupan su tiempo, en muchas
ocasiones de forma indiscriminada y sin suficiente control paterno.
Otro aspecto importante es el físico. Debido a lo comentado
en el párrafo anterior, con el avance de las Nuevas Tecnologías y los muchos “atractivos”
que presentan para los menores, sus momentos de ocio y sus propias vidas se han
vuelto mucho más sedentarios y estáticos, con los peligros para su salud física
y mental que esto supone. No se puede comparar la socialización real y directa
de un grupo de niños participando o jugando juntos de forma periódica, con la
supuesta socialización virtual de las redes sociales, a las que los niños están
accediendo cada vez de forma más temprana. Son evidentes las ventajas que “puede”
llegar a tener esta forma de comunicación para los adultos, e incluso para los
adolescentes si las usan de forma controlada e “inteligente”. Especialmente los
primeros y parcialmente los segundos, pueden llegar a sortear parte de los
muchos inconvenientes que éstas también presentan, pero eso es algo que nunca
podrían hacer los niños, y el motivo por el cual considero las redes sociales totalmente
desaconsejables para los alumnos de Educación Primaria, e incluso de 1º de ESO. También es obvio que no todos los niños tienen el mismo nivel de
maduración y que resulta muy difícil establecer fronteras, pero si tuviera que
dar mi opinión, ésa es la que yo establecería, y la que establecimos mi mujer y
yo en su momento con nuestra propia hija.
Una vez presentada la necesidad de unas actividades
extraescolares enriquecedoras, y qué es lo que tenemos que evitar o, cuanto
menos, controlar como padres, en la próxima entrada hablaré de qué tipo de
actividades considero más apropiadas y de cómo elegirlas.
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