viernes, 6 de julio de 2012

Los libros de vacaciones

Nos encontramos ante un recurso interesante, pero que hay que abordarlo siempre de manera personalizada. Ni todos los niños tienen las mismas necesidades, ni han trabajado igual a lo largo del curso. Esto no quiere decir que los que hayan trabajado bien y conseguido buenos resultados, no puedan encontrar útiles estos libros. Ante todo, debemos aclarar cuál es o debería ser la finalidad de los libros de vacaciones.

¿Para qué sirven?

Por fin vacacionesFundamentalmente, se trata de evitar que el verano suponga un parón absoluto en la actividad intelectual de los niños.  Independientemente de sus resultados académicos, al terminar el curso, los alumnos necesitan un descanso y disponer de un tiempo de ocio que les permita hacer y disfrutar otro tipo de actividades y juegos, que no han podido disfrutar durante el curso; o, al menos, que no han disfrutado con la misma intensidad. Pero el día da para mucho, y todo es compatible con una o dos horas de “trabajo”, para repasar muchos de los conceptos importantes que han visto en el curso pasado, y preparar así la próxima toma de contacto con los contenidos y conceptos del curso siguiente.

El libro de vacaciones nos facilita esa tarea, pues prácticamente todas las editoriales conocidas  ofrecen hoy día unas propuestas excelentes, motivadoras y, por lo general, nada pesadas para seguir y planificar el trabajo diario de nuestros hijos y alumnos. Por ello, es importante que los ojeemos previamente; que veamos si tratan de manera apropiada las materias que más dificultades les han presentado, y que incluyan de forma intercalada actividades divertidas y motivadoras, que ayuden a no percibir los libros como “algo pesado diseñado para fastidiarles las vacaciones”.

¿Cómo utilizarlos?

Como maestros, lo ideal sería poder echar un vistazo a algunos de ellos, nada más terminar el curso, para recomendar los más adecuados a nuestros alumnos. Por otro lado, los libros elegidos no tienen porqué ser los mismos para todos, en función de las necesidades particulares de cada uno de ellos. En este sentido, hay maestros que pueden no ser partidarios de este tipo de libros, y prefieran personalizar el material y actividades a trabajar por algunos de sus alumnos durante el verano. Todo es respetable, si se argumenta apropiadamente y se ofrecen alternativas diferentes a “que hagan lo que quieran”, que podría servir para algunos pero nunca para la mayoría de los niños.

Como padres, podríamos pedir consejo a los maestros, si no nos lo han dado ellos previamente, y tomarlo  en consideración junto con el criterio que nosotros mismos tenemos sobre nuestros hijos y sus necesidades. Al final la decisión será nuestra, porque somos o deberíamos ser los que mejor les conocemos.

Libros de vacaciones
Dicho esto, en cuanto a su utilización, lo ideal es adquirirlos al principio del verano y planificar bien el tiempo de trabajo con ellos. Partiendo de una ausencia del domicilio de unas dos o tres semanas, durante las cuales podría ser suficiente con meter en la maleta uno o dos buenos libros de cuentos, novelas, poesía, etc., unos para ellos y otros para nosotros, con la intención de fomentarles el importante hábito de la lectura, el resto del tiempo, ya en casa, normalmente con una hora diaria debería ser suficiente. Eso sí, es importante que fijemos con ellos cuál va a ser el tiempo diario de trabajo y dónde lo vamos a situar, por la mañana o por la tarde, en función de sus otras actividades, intentando respetarlo, de lunes a viernes, lo máximo posible.

¿Hay alternativas?

Por supuesto que hay alternativas. Siempre, como he dicho, la solución perfecta sería preparar un material personalizado para cada uno, pero esto requiere de un gran trabajo en equipo entre el maestro y los padres de los alumnos, y no es una tarea fácil, pues en función de la diversidad del grupo, su extrema complicación puede hacer que la mejor opción sea recurrir a uno de los estupendos libros que ofrecen las editoriales. En el caso de contar con ese material personalizado aportado o propuesto por el maestro, la tarea de control y seguimiento por parte de los padres requerirá, por lo general, de un mayor esfuerzo que en el caso de los libros de vacaciones, pero tampoco será algo que no podamos abordar con éxito y satisfacción, tratándose de la educación de nuestros hijos.

Por otro lado, independientemente de que hayamos elegido un buen libro de vacaciones, podría ser necesario algún material o actividad complementaria para reforzar aquella materia o materias en las que los niños presenten más problemas. En todo caso, en mi opinión, aún en esta situación, deberíamos procurar que el tiempo diario total dedicado al “estudio” o trabajo con el libro de vacaciones, no excediera de dos horas. Si conseguimos esto, y los niños aprenden a valorar y administrar su tiempo libre durante el verano, con un pequeño “sacrificio”, que puede apenas serlo, conseguiremos que acaben el verano satisfechos y felices, sin haber dejado de divertirse, y perfectamente preparados e ilusionados cuando llegue el comienzo del nuevo curso escolar

2 comentarios:

  1. hola:
    he conocido su blog, y me parece mu bueno e interesante. Gracias por su tiempo, trabajo y esfuerzo. Ya tiene un nuevo lector, desde Madrid
    Juan Seoane

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  2. Hola Juan, para mí es un placer saber que mis artículos puedan resultar interesantes para los lectores, y eso me da ánimo para continuar trabajando en el blog cada semana.

    Un cordial saludo y Bienvenido.

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